¿Qué hay de divino en lo terrenal?
Nací hace 38 años y este manantial me vió crecer.
Lo he visto sucio, limpio, cerrado, abierto, enredado en zarza, despejado, bloqueado, liberado, arrasado, desecho, reconstruido, admirado, inadvertido, querido.
Un lugar mágico donde brota vida. Un agujero en la tierra donde mana agua.
Recuerdo que siempre que pasé a tu lado sentí admiración, deseo de cuidado y amor.
Un día, hace 7 años, me decidí a cuidarte. Me sentí tu guardiana y protectora, te removí, limpié y coloqué piedras para protegerte. Vives en un lugar donde la ganadería extensiva cada día pasa por tu lado, a veces con respeto, y otras veces derribando los muros que te protegen y ensuciando las aguas que te corren.
Yo me enfado, te miro y siento resignación. Pero ese sentimiento me dura pocos segundos, no puedo verte así. Me pongo en marcha. Siento que un camino se abre cuando limpio tus aguas y muevo tus piedras. ¿A vosotras os pasa?
Removiendo agua, quitando desechos y reestructurando, me encuentro con una figura de piedra que vibra en mí. Una figura reconocida, sentida y estudiada durante años. Era ella, sí es ella, Es la Diosa.
Me dirás que estás loca, que qué digo, que son dos piedras… ¿Que, quién es la Diosa? y yo te digo que es ese simbolismo lejano que te hace recordar de qué Eres parte. Qué es esa memoria antigua que con dos piedras te hace vibrar. Es lo esencial y lo sutil que viven en lo cotidiano. Es esa memoria que traída al presente, es el resurgir de una Alta Vibración.
La Tierra por tiempo venerada, cuidada, ritualizada y honrada, es la Gran Madre, es LA DIOSA.
A mi me pasa, que al eliminar la suciedad de los excrementos de las vacas, al remover la tierra y el agua; una mezcla de agua y purín, algo se mueve en Mí. Un desecho pesado, pegajoso y maloliente, en lo terrenal, se entremezcla con la pesadez de mis emociones, con el enfado, el rechazo y la ira que a veces guardo en mi útero. Al quitar esa capa densa, tan densa por momentos y personas como la sociedad serrana, pude sentir que algo se liberaba. Se abría una puerta, una puerta a lo Sagrado.
Un manantial de Agua Viva encapsulado en la suciedad de una sociedad retrógrada, seca y pesada, ya no tenía sentido.
El agua corría, y cada vez lo hacía más limpia y liviana. Pude liberarle, pude liberarme. Sentí que las aguas fluían, cada vez más libres hacia el río. Así como corren las aguas en la Tierra corren nuestras emociones en nuestro cuerpo, es un trabajo entre lo terrenal y lo divino. Lo que está adentro está afuera. Es Puro espejo.
Hoy de nuevo, te volví a limpiar. Hoy de nuevo, se reabrió el canal divino a lo Sagrado Femenino, a nuestras Aguas Vivas, a la Gran Madre, a la Pureza.
¿Cuántas veces te sentiste bloqueada, angustiada, dando mil vueltas a una misma historia?
Si eso te pasa, busca tu Espacio Sagrado en La Tierra y trabaja con él mano a mano.
Limpiar manantiales, abrevaderos, pilones, ríos, es limpiar nuestros úteros, limpiar nuestras emociones y memorias, para que las aguas que corran sean Aguas de Libertad. Somos divinas y terrenales, así como las Aguas del Manantial de la Doncella, que seamos puras en esencia, con gracia, libres y salvajes.
Que nada entorpezca nuestro camino, que fluyamos libres como el agua que baja de nuestros montes. Que exista un cuidado continuo de nuestras aguas, que nos permitamos cuidar de nuestras emociones, y de las emociones de La Tierra.
Cuando nosotras sanamos, la Tierra sana. Que el Agua es Sagrada, que es fuente de Vida y también de Muerte.
Que somos Protectoras, Guardianas de La Tierra y de las Aguas que brotan y manan sin descanso. Que estamos Vivas y en continuo movimiento.
Cuiden sus aguas y las aguas de sus pueblos, cuiden sus emociones. Y sepan que su territorio en lo terrenal, es su cuerpo en lo divino.
Con amor, Irene RoSe.
¡Buenas noches comuneras!
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