Vistas del municipio de Cárrica-Peñalba |
Por Lucía Gimeno Berga
Crecí en Cárrica, un pequeño rincón en la provincia de Castellón, pedanía que pertenece al municipio de Segorbe, justo entre los municipios de Castellnovo y Navajas. Aunque hoy en día Cárrica es oficialmente conocida como Peñalba, sigue siendo Cárrica para aquellos que hemos vivido y amado este lugar. Mi nombre es Lucía, tengo 42 años y quiero compartir con vosotras la historia de la gestión comunal de mi pedanía y cómo ha sido descubrir que alguna vez existió una forma de gobierno local que se ha perdido con el tiempo.
De niña, solía acompañar a mi padre a las asambleas de la asociación de vecinos. Mi padre fue presidente de la asociación y más tarde, alcalde pedáneo (representante de la pedanía ante el ayuntamiento de Segorbe). Recuerdo vívidamente aquellas reuniones, donde a veces las discusiones se tornaban acaloradas, con gritos e insultos volando por doquier. Sin embargo, una vez que se tomaba una decisión, se respetaba y apoyaba sin cuestionamiento alguno. Era un proceso que, aunque caótico, reflejaba un profundo sentido de comunidad y compromiso. No me planteaba por qué las decisiones se tomaban así ni si existía otra forma de hacerlo, para mí era como se gobernaba un pueblo.
No fue hasta muchos años más tarde (con unos 40 años ni más ni menos), cuando empecé a investigar más sobre la historia de Cárrica, que comprendí que esas asambleas eran los últimos vestigios de un antiguo concejo que existió en el pueblo. Cárrica fue un municipio independiente hasta 1856, año en que la desamortización y la ley de 1856 obligaron a los municipios más pequeños a formar parte del más grande cercano. Aunque se dice que la adhesión de Cárrica a Segorbe fue voluntaria, como destaca Don Jaime Faus en su escrito "Cárrica: el pueblo que no quiso morir", descubrí que solo aquellos que poseían tierras, curiosamente todos ellos de Segorbe, podían votar en el ayuntamiento. Así fue como Cárrica perdió su nombre por el de Peñalba y su autonomía.
Una Comunidad Olvidada
Nadie me contó la verdadera historia de mi pueblo. De hecho, actualmente pocas personas la conocen, más allá del conflicto de su nombre. Fueron hechos aislados que un día se conectaron en mi mente: recuerdo que mientras estudiaba los árboles monumentales de la zona, topé con un libro que hablaba de los árboles de concejo, en el que se mencionaban el Olmo de Navajas y el Olmo de Castellnovo. ¿Árboles de concejo? ¿Qué era eso? Pregunté a mi familia, pero nadie sabía decirme mucho al respecto, solo que eran importantes, que ahí se casaba la gente y se tomaban algunas decisiones y poco más. Conocía muchas cosas del Olmo de Navajas (cuándo fue plantado, por quién, sus cuidados, plagas, manejo y mil cosas más), pero nadie me había contado por qué fue plantado y cuál era su sentido. Dejé el tema por falta de tiempo para investigar, pero se quedó ahí registrado en mi cabeza.
Otro día, trabajando en Fuente la Reina, que aún conserva su concejo, me enteré de qué era esa forma de gobierno, e incluso, por qué se plantaban esos árboles (aunque Fuente la Reina no conservara el suyo). Estaba fascinada por esa forma de gobernanza. A Pepe, el alcalde, le dije: "Eso es como se tomaban las decisiones donde yo vivo cuando era pequeña; de hecho, aún tenemos la asociación vecinal y el alcalde pedáneo, pero ya no es como cuando era pequeña." Y con ese pensamiento inquieto, me fui a casa. Eso era lo que yo recordaba, pero… ¿cómo habría sido antes de ser yo pequeña?
En mi mente, una historia comenzó a tomar forma: Castellnovo y Navajas son nuestros pueblos vecinos, cuyos pasados comunales recuerdan sus Olmos (el de Navajas aún vive, el de Castellnovo murió por la Grafiosis, pero volvieron a replantar otro en su lugar). Cárrica está hermanada por lazos familiares y de proximidad. La gobernanza asamblearia y la elección de su alcalde pedáneo de la misma forma que recordaba, era exactamente cómo se organizaba Fuente la Reina como concejo. La lógica decía que era más que probable que nosotras tuviéramos la misma gestión. Comencé a preguntar a la gente mayor, y así fue como descubrí que sí, antiguamente (la gente mayor me hablaba de su pasado), se recordaba que las familias trashumantes, que pasaban por aquí, usaban el Rascaña que era monte comunal. Me contaron que entre todos, con trabajos y jornales para quienes no podían trabajar, se construyeron la almácera, el horno, el molino, el lavadero y las escuelas. El horno y el molino ya en tiempos de mis bisabuelos eran privados, la almazara desapareció y actualmente las escuelas y el lavadero son gestionados por el Ayuntamiento de Segorbe, que asumió esa función durante la dictadura.
Edificio rascaña: construido sobre el antiguo cementerio por el ayuntamiento de Segorbe a finales de los años 80. Actualmente la sede de la asociación vecinal. |
Fue un momento de catarsis
Había estudiado historia en la escuela y en bachillerato, había estudiado modelos de gobernanza como la dictadura, democracia, autocracia, etc. Nadie me habló del comunal, de la historia de gobernanza de las zonas rurales, de la historia de mis raíces y antepasados. Lloré mucho porque, al mismo tiempo que descubría esa historia, me di cuenta de que el día que Cárrica perdió su nombre, perdió el último recordatorio de su comunal, y que esa misma historia, con sus matices, se había repetido en otras aldeas de zonas rurales.
En un tiempo de crisis ambiental y social como en el que vivimos, en el que la organización comunal ha demostrado ser la mejor forma conocida de resiliencia, conocer nuestra historia, con sus pros y sus contras, puede ser nuestra mejor herramienta para garantizar una supervivencia digna.
Necesitamos modelos de gobernanzaque prioricen los cuidados entre nosotrasy nuestro territoriosobre el beneficio económico de algunos,que nos están ahogando.
Por mi parte, bióloga de profesión y corazón, a raíz de este descubrimiento decidí proteger mi tierra recordando nuestro pasado y, con la fuerza de la sabiduría de mis ancestras, construir nuevos comunales. Pero esa parte os la cuento en otro momento.
Lavadero de Cárrica: construido a principios del s.XX por las personas del pueblo. |